El Festival Medieval de Alburquerque 

El Festival Medieval de Albuquerque (Badajoz, Extremadura) comenzó con la colaboración de apenas un centenar de personas, y se ha convertido en un referente cultural nacional, refrendado con la consecución del Premio Mundo Teatro, convocado a nivel europeo, y otorgado como mejor interpretación colectiva a los vecinos de Alburquerque. Contiene el sello de calidad de la Junta de Extremadura – SCENA y la Declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional.

El Festival nació con la intención de aprovechar la importante riqueza patrimonial e histórica de la villa y con ello, recuperar la vida y costumbres de una época en que convivieron diversas culturas entre los intramuros de la villa.
A partir de los recursos propios de la población: históricos, culturales, naturales y sociales se pretende desde sus inicios potenciar el desarrollo turístico, económico y participación social.

Una de las características que hace que este Festival sea singular es la destacable implicación que tienen los vecinos de la localidad, hasta tal punto, que podemos decir que sin su participación el Festival Medieval carecería de sentido. Desde los niños hasta los más mayores, participan de forma directa o indirecta, en alguno de los actos que se desarrollan, convirtiéndose en actores, coreógrafos, directores, historiadores, diseñadores y un largo etcétera.

En el año 1994, la localidad decide abrir sus puertas para mostrar al mundo toda su belleza y el atractivo de un pasado caracterizado por la convivencia de tres culturas, la árabe, la judía y la cristiana. Hecho que confiere, al carácter del alburquerqueño, una singularidad especial.

Es pues cuando nace el Festival Medieval Villa de Alburquerque y son, por tanto, los propios alburquerqueños los primeros en comprender la importancia de este nacimiento.

El Festival se celebra en verano, en la segunda quincena de agosto, y durante varios días se recrea una edad donde la credulidad era el mejor ingrediente para la superstición. Donde la traición se pagaba con muerte y la lealtad con riquezas. Donde los caminos de la aventura eran largos y los caballeros podían alcanzar su destino tras el filo de una espada.

Traspasar los límites del recinto amurallado para adentrarse en el barrio medieval de Alburquerque durante esos días significa franquear la barrera del tiempo, abandonarse para dar rienda suelta a la imaginación y dejarse envolver por escenas cotidianas de la época.

Y todo ello protegidos por una de las fortalezas mejor conservadas de España, el Castillo de Luna. Su ubicación, en los altos de la Sierra de San Pedro, le concede una posición dominante sobre la población que impacta sobremanera.