Fiestas astures y romanos

Astures contra romanos, la lucha por la conquista del territorio…

Declarada de interés Turístico Regional.

En el que se asentaron las tribus adoradoras del río Astura (actual Esla) como los Amacos contra el conquistador del imperio se recrea, año tras año en Astorga desde 1986, cuando la celebración del bimilenario de la ciudad volvió a llenar las calles de Asturica Augusta de romanos que sólo pedían pan y circo.

El primer día de los cuatro en que se desarrolla la fiesta, las vestales, encargadas de guardar el fuego sagrado llegan a Astúrica desde Roma con el fin de escoger, entre la avanzadilla de romanos que ya han hecho del cerro astur su hogar, a las vírgenes más nobles y puras, entre las que se encuentra una sobrina del propio césar.

Mientras tanto, en el poblado astur situado a los pies de la muralla, los primeros pobladores del territorio celebran la iniciación de los guerreros, en el que pasan su rito de iniciación los nuevos defensores de la tierra legada de sus padres. Mientras, los romanos que ya han llegado a Astorga, asientan también sus domus en su campamento, situado a pocos metros del poblado astur, lo que conlleva un gran número de luchas y escaramuzas entre ambos bandos rivales.

Como en toda ciudad, ya sea astur o romana que se precie, el mercado, cercano a la plaza Mayor, es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. En el segundo día de festejos, el embajador romano, enviado por el propio César para que le prepare el terreno, es el encargado de su inauguración junto con el caudillo astur dado que también los miembros de las diferentes tribus son encargados de la venta de mercancía. El mercado y todos los comercios de la ciudad, cuentan ese día con su propio denario romano con la cara del César, mientras que los astures se inclinan por comerciar con el as astur que porta el perfil de su caudillo.

Durante el día las calles de la ciudad se siguen llenando de música, de luchas entre los bandos, escuelas de gladiadores y bebidas realizadas especialmente para esta fecha como el torcum.

En el atardecer del viernes, los romanos llegan a un pequeño poblado en el centro de la ciudad. Estos no son muy recibidos por los astures quienes luchan contra los defensores del imperio romano dejando su vida en ello. Tras la lucha César entra victorioso en la ciudad, entre los vítores y aplausos de su pueblo y las amenazas de los astures. Un acto espectacular en el que el regidor de los romanos propone un pacto al caudillo astur quien no acepta el acuerdo del César.

La tristeza de los astures no dura mucho puesto que esa misma noche, en su poblado celebran una boda, la unión de dos almas en una sola. Mientras los druidas, que como sabios de su tierra prevén la desgracia, deciden rememorar las historias de sus antepasados, así como algunas nuevas oídas junto al sagrado roble. El que relate la mejor historia será quien porte la hoz de plata.

La mañana del cuarto día es la dedicada a los niños, sus juegos y risas acallan el alboroto provocado por las espadas de las escaramuzas que aparecen en cada esquina. Los romanos, que ya llevan a sus espaldas un gran número de conquistas, intentan hacer caer en sus redes a los astures con majestuosas aves y animales exóticos traídos de todas las esquinas del imperio mientras el César recorre el mercado.

Por la tarde las calles de la ciudad quedan totalmente desiertas, uno de los actos más exitosos de estos días comienza en la ciudad, los Ludis Apollinares el circo romano en el que astures y romanos luchan a través de diversas pruebas como carreras de cuadrigas, demostraciones de fuerza y resistencia, etcétera. Además numerosos expertos del espectáculo provenientes de todas partes del imperio y del territorio astur dejan su piel en la arena del circo.

Más tarde, con la caída del sol, todos los jefes de las tribus astures se reúnen con el objetivo de renovar un antiquísimo pacto de hospitalidad entre ellas, que les compromete a defender al caudillo y esas tierras. Prueba de este pacto es la denominada tabla de Astorga, que se guarda en el Museo de Berlín.

Los romanos mientras ocupan todas y cada una de las plazas de la ciudad con sus cenas.

El domingo por la mañana los romanos, que ya prevén que son los ganadores de la lucha, se relajan con torneos y juegos romanos de morrillo y de rana así como con talleres de lucha greco romana.

Al atardecer el desfile en honor a los vencedores con el César acompañado de las legiones y su séquito, el Caudillo y las tribus astures. Una vez llegados a la plaza el César se despide de su séquito y de los astures para volver a la capital del imperio.

Los astures vuelven a su campamento para el entierro del héroe astur, Gausón. La pira funeraria será la que ponga fin a estas fiestas.