
Las calles de Ampudia se visten de gala, adornando balcones y fachadas, sus gentes se visten con trajes de época y los visitantes que lo deseen, también, participando en los actos y desfiles, y sus soportales se llenan de talleres de antiguos oficios y de vendedores ambulantes para ofrecer artesanía y gastronomía a los turistas simulando la concesión del mercado franco por parte del Rey Felipe III.
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