Se recrean las preocupaciones de la Edad moderna sobre la justicia y la dignidad del individuo, que emanan de Dios, contra el poder politico y el fuero o jurisdicción militar. También se enfrentan el sentido del honor y la honra estamentales de un hombre hecho a sí mismo como Pedro Crespo, que se toma la justicia por su mano cuando es nombrado alcalde y por tanto juez civil.